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VS-5773
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CONVENTO EN MEDELLIN
580.000€IDEAL para HOSPEDERÍA, RESTAURANTE, HOTEL, VIVIENDA, INVERSION,… La iglesia del convento de las Madres Agustinas Recoletas, un edificio que data del siglo XVII y que se halla en la calle Otumba, de Medellín. El templo del convento de San Agustín, una de las joyas del patrimonio de Medellín, del siglo XVII El número de religiosas de este convento fue siempre reducido. En 1803 hubo una relación firmada por la priora, que detallaba nominalmente once religiosas de velo negro y tres de velo blanco (postulantes). Varias hijas de Medellín profesaron en él. Además de los bienes fundacionales, el convento tenía, para sostenimiento de sus religiosas un molino en el río Guadiana llamado de ‘Mariediar’, derruido en 1914 para instalar una fábrica de producción eléctrica, impuestos sobre ocho casas, dos viñas y dos fanegas de tierra, nueve fanegas de tierra en el término de Mengabril y una casa en la calle San Francisco. La Iglesia sólo tenía el altar mayor, con la imagen de su titular, San Juan Bautista, que fue llevada a la Iglesia de Santa Cecilia. El convento sufriría grandes desperfectos con la estancia de las tropas napoleónicas, tras la Batalla de Medellín. Para hacer frente a los gastos de reparación del convento la comunidad tuvo que vender la casa de la calle de San Francisco citada, y alojarse en otra casa de esta misma calle, mientras duraban las obras de reparación. La privación de recursos de las Leyes de Desamortización hizo que durante unos años viviesen estas religiosas careciendo de los recursos mínimos para subsistir. Ello llevó a que el convento se cerrara en 1835 y las religiosas se alojasen con sus respectivas familias. La fachada principal de la Iglesia del Convento de San Agustín se abre a la calle Otumba, pudiéndose contemplar su fábrica de mampostería, ábside y contrafuertes. En el centro se abre la portada (en el lado del evangelio) y en su parte superior, rodeado por un frontón partido, se encuentra un escudo episcopal con decoración barroca. Se trata de un escudo muy bien labrado, que remata y está cubierto con un sombrero episcopal, todo de piedra de granito muy fina.